jueves, 22 de enero de 2009

El Aye-Aye


El Aye-Aye (Daubentonia madagascarensis, antes Chiromys madagascarensis) es un primate nativo de Madagascar, del grupo de los lémures. Su estrafalaria apariencia hace que se le considere el principal responsable del origen de la palabra lémur, que quiere decir en latín “Espíritu nocturno”. El aye-aye es el único representante vivo de su género, familia (Daubentonidae) e infraorden (Chiromyiformes), lo que deja bien a las claras su extrema rareza. Sólo se conoce otra especie próxima al aye-aye, el aye-aye gigante (Daubentonia robusta), que se extinguió hacia 1920.

Los aye-ayes son animales arborícolas de hábitos nocturnos. Se alimentan de larvas de insectos que encuentran bajo la corteza de los árboles, localizándolas mediante golpes rítmicos sobre la corteza. Este método es típico de los pájaros carpinteros, pero único entre los mamíferos. Para conseguirlo, usa su largo y huesudo tercer dedo, y distingue cualquier pequeña perturbación en el ruido que produce el golpeteo (indicio de una galería de madera carcomida bajo la corteza) gracias a sus grandes y bien desarrollados oídos (su sentido principal), semejantes a los de un murciélago.

El pelaje es largo en todo el cuerpo, especialmente en la cola, razón por la que el aye-aye fue clasificado inicialmente como una extraña ardilla cuando se descubrió. El color del pelaje es totalmente negro salvo en la cara, donde se aclara hasta ser blanquecino. Ocasionalmente se dan individuos pardos. Los adultos alcanzan el tamaño aproximado de un gato doméstico, con 40 centímetros de la cabeza a la cola y otros 55 de longitud total de ésta. Además de sus amplias orejas, en su cabeza destacan también sus ojos, grandes y amarillos, típicos del animal nocturno que es.

La destrucción de la selva malgache debido a los incendios provocados, la tala de árboles y el aclaramiento de grandes zonas para destinarlas a la agricultura ha empujado al aye-aye al borde de la extinción. De hecho, se pensó durante un tiempo que había desaparecido, hasta que se le redescubrió en 1961. Desde entonces el gobierno de Madagascar ha tomado distintas medidas con el fin de protegerlo a él y a su hábitat; los 12 únicos ejemplares restantes de esta especie se encuentran protegidos en una isla reserva.

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